TELETRABAJO. TRABAJO LÍQUIDO

Es un hecho innegable, como la era de la información, la evolución  tecnológica, ha influido en el desarrollo de la economía, de la producción, de las organizaciones y de la sociedad en general. En cada uno de estos contexto, se observan innumerables componentes o combinación de alguno de ellos que, revelan en algún evento, un desenvolvimiento diferente, no sólo en los procesos y/o procedimientos administrativos, sino, en la contratación o relación laboral, producto del cambio tecnológico, bien, promocionado activamente por algún agente, desde adentro, o fuera del sistema.

Con relación a la contratación o relación laboral, es evidente que en muchas organizaciones, condujo a una nueva tendencia, a una nueva modalidad de trabajo, distinguidas con los nombres de teletrabajo, trabajo 3.0 y/o trabajo líquido que, plantean una nueva forma de contratación o relación laboral, entre empleado y empleador, caracterizada por una manera diferente de ver la subordinación, esta es más flexible, el trabajador es autónomo, no requiere su presencia física en  la empresa, ni cumplir con un horario laboral diario que, le impidan moverse con libertad, es decir, puede trabajar desde su casa o en cualquier otro lugar, siempre y cuando disponga de un equipo tecnológico  personal y conexión a una red de internet apropiada, donde pueda recibir información, y asistir a reuniones virtuales, siempre y cuando sea competente, en el uso de las nuevas tecnologías digitales y le facilite realizar su gestión.

En este sentido, afirmaba Zygmunt Bauman, en su libro titulado, Modernidad líquida (2004) que, las generaciones surgidas desde mediados del siglo pasado hasta la fecha, han conseguido desprenderse de los patrones y las estructuras sociales establecidas, moviéndose con libertad e inclinándose a originar sus propias ideas y pensamientos, tomando sus propias decisiones y eligiendo la forma de vida que desean, a diferencia de las generaciones pasadas que, se afianzaban a unos patrones establecidos, al parecer, conformes con lo que habían logrado, su permanencia en una organización, adaptación a un determinado ingreso, a cultivar las buenas relaciones interpersonales, entre otras razones, que de alguna manera, ya definían las decisiones de sus vidas.

En resumen, lo importante de las modalidades de trabajo, arriba mencionadas, cualquiera sea su denominación, es el énfasis que se hace en  torno a las habilidades y destrezas que, sobre las nuevas tecnologías digitales, acontecidas o por sobrevenir en el mundo actual, debe dominar el trabajador, pero también, el profundo sentido de la ética que debe caracterizar su personalidad, es decir, cumplir la labor asignada, con decoro, decencia, honestidad y apego a las normas por establecer, entre él y su empleador. 

Con respecto a esto último, Según Bauman, citado por Mariano Feuer, Director Creativo de Esviral, Glocal Thinking, en su artículo “El trabajo líquido. “Como entender los nuevos desafíos laborales en épocas del cambio”,… la ética del trabajo es una norma de vida con dos reglas visibles y dos consecuencias ocultas

Primera premisa: “si se quiere conseguir lo necesario para vivir y ser feliz, hay que hacer algo que los demás consideren valioso y digno de pago”.

Segunda premisa: “está mal conformarse con lo ya conseguido, no es bueno descansar, salvo para reunir fuerzas y seguir trabajando”.

Finalmente, es posible que las circunstancias puedan influir en las decisiones, pero estas serán buenas o malas, dependiendo del carácter de la persona y de la forma como lo asuma, es decir, cuán alta sea su moral.






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